Nilo aprenderá a nadar a los cuarenta y ocho años, y recibirá la lección más importante de su vida. Cuando nos parece que está todo perdido, tenemos que detenernos y analizar en qué hemos invertido nuestras energías. El problema suele radicar en no saber escoger las batallas diarias y priorizar cosas que no tienen importancia. A veces necesitamos, simplemente, focalizar, flotar y dejarnos llevar: dar una brazada y después otra.